martes, 16 de junio de 2009

Conceptos para Marco Teórico

TEMA: LA PRÁCTICA DOCENTE EN TELESECUNDARIA, EN EL CONTEXTO DE LA FORMACIÓN POR COMPETENCIAS Y EL MODELO PEDAGÓGICO RENOVADO

Enfoque Teórico-Conceptual
(Adriana e Hiri)

Dice J. M. Sancho (1996), “niños obedientes, que esperan al maestro en el aula, con sus mentes en blanco, dispuestos a recepcionar toda la información que éste fuese capaz de transmitir”.

La función de la educación se cumple a través de un proceso de enseñanza-construcción de los aprendizajes, intencionalmente organizados en una institución altamente especializada llamada escuela (Aldama, 2005: 13), siendo que la escuela es una organización social que establece una serie de condiciones que deben ser cumplidas por los que desean ingresar y permanecer en ella.

Pénlao de Nicomedes, Santa Cruz, plantea la necesidad de educar para toda la vida y durante toda la vida; lo que implica, que es indispensable abordar la ética y lo cultural como principios básicos para el desarrollo de la persona humana. Ya que, se considera que es la intervención adulta y la influencia de la cultura la que distorsiona y corrompe el desarrollo natural y espontáneo del educando.

Este autor, sustenta su planteamiento en los cuatro pilares de la educación (J. Delors), que menciona el Informe de la Comisión de la UNESCO para la educación del próximo milenio: Aprender a Aprender a Convivir Juntos, Aprender a Conocer, Aprender a Hacer y Aprender a Ser; aprendizajes organizados en función de un porvenir común ideado socialmente.
Teoría del pensamiento pedagógico: Constructivismo
Según Carretero (1993), nos dice que el constructivismo es la idea que mantiene que el individuo tanto en los aspectos cognitivos, sociales y afectivos del comportamiento, no son mero producto del ambiente ni del resultado de sus disposiciones internas, sino una construcción propia que se va produciendo día a día como resultado de la interacción entre esos dos factores.
Aprendizaje significativo
El aprendizaje significativo por otro lado, implica una reestructuración activa de las percepciones, ideas, conceptos y esquemas que el alumno posee en su estructura cognitiva (Ausubel, 1976: 18).
Este autor, concibe al alumno como un procesador activo de la información, que su aprendizaje es sistémico y organizado que no solo se reduce a simples asociaciones memorísticas.
Enseñanza significativa
Actualmente se requiere la formación de estudiantes con la capacidad de analizar de manera crítica, desde una postura científica, legal y de orden ético, los fenómenos sociales, económicos, políticos y educativos.
Por ello, es necesario e indispensable luchar por procesos didácticos alternativos, tal como la didáctica constructivista, la cual requiere de un profesorado renovado en sus esquemas teóricos, metodológicos y referenciales, pero sobre todo renovado en su práctica cotidiana.
Por ejemplo, un docente de este tipo, implica el rediseño de sus conceptos de:
Qué es enseñar
Qué es aprender
Cuál es la naturaleza del conocimiento
Cuál es la función de la escuela
El rol del docente, del alumno y del contenido
El nuevo sentido del contrato didáctico
Los procesos de comunicación alternativos.
La enseñanza en el ámbito constructivista se expresa en el siguiente esquema:
Así pues, las estrategias centradas en el alumno para la construcción de sus aprendizajes deben ser congruentes con los procesos de evaluación.
En este ámbito de la enseñanza-construcción de los aprendizajes escolares, la evaluación dinámica se constituye en una alternativa a los procesos tradicionales de evaluación y es congruente con los procesos áulicos que propician el desarrollo de las competencias intelectuales.
Esta evaluación forma parte de cada una de las etapas, desde la construcción de las estrategias para evaluar los conocimientos previos --no examen diagnostico-- de cada temática, así se genera la necesidad de evaluar tanto el conocimiento previo como las estrategias empleadas en el quehacer docente (Aldama, 2005: 22-24).

Práctica Docente
La práctica docente es concebida, como la actividad práctica de los actores involucrados en este quehacer, que imprimen su sello especial en las relaciones pedagógicas, experiencia e historia personal determinadas por su origen socioeconómico, cultural de formación en las instituciones sociales y del contexto escolar y social articulados (Díaz y Gallegos: 51).

En el contexto de la teoría general de los sistemas sociales de Niklas Luhmann (1992), un sistema educativo, es un sistema parcial de la sociedad contemporánea que tiene como función particular inducir, de manera lenta, cambios en los sistemas psíquicos particulares (pensamientos) y sociales de quienes participan en el proceso educativo, tanto formal como informal, y que en el mediano o largo plazo se incorporan a los sistemas de producción como fuerza de trabajo intelectual o física.



Competencias
Desde la historia, la palabra competencia se deriva del griego agon, y agonistes que significan, aquel que se ha preparado para ganar en las competencias olímpicas, con la obligación de salir victorioso y aparecer en la historia. Las competencias pueden moverse desde habilidades y destrezas atléticas para triunfar, hacia exigencias culturales y cognoscitivas (Argudín 2005).

La UNESCO, por otro lado, define competencia, como el conjunto de comportamientos socioafectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una tarea.

Nombraré algunos autores que definen también el concepto de competencia, como por ejemplo: Chomsky (1965), que puntualiza: es la capacidad y disposición para el desempeño y para la interpretación.

Boyatzis (1982) explica, que una competencia es la destreza para demostrar la secuencia de un sistema del comportamiento que funcionalmente está relacionado con el desempeño o con el resultado propuesto para alcanzar una meta, y debe demostrarse en algo observable, algo que una persona dentro del entorno social pueda observar y juzgar.

Marelli (2000), la define como una capacidad laboral, medible, necesaria para realizar un trabajo eficazmente.

Según Holdaway (1986-1997), una educación basada en competencias, se centra en necesidades, estilos de aprendizaje y potencialidades individuales para que el alumno llegue a manejar con maestría las destrezas señaladas por la industria.
Se entiende que un aprendizaje a través del desarrollo de competencias obliga a los estudiantes a adoptar un estilo de aprendizaje activo que favorece su capacidad para autoevaluarse, afrontar riesgos, autodescubrirse y un comportamiento competente para tratar con situaciones difíciles.

Para este modelo, una competencia implica un saber hacer (habilidades) con saber (conocimiento), así como la valoración de las consecuencias de ese hacer (valores y actitudes). En otras palabras, la manifestación de una competencia revela la puesta en juego de conocimientos, habilidades, actitudes y valores para el logro de propósitos en contextos y situaciones diversas.
A decir de Paul Robin, la educación integral es la cultura, el desarrollo armónico de todas las facultades del ser humano, salud, vigor, belleza, inteligencia y bondad; haciendo a un lado las concepciones metafísicas puramente basadas sobre la imaginación o el sentimiento.
Según este autor, la enseñanza debe consistir en que los docentes tengan el mayor respeto a la libertad del educando, y que renuncien sinceramente a imponerle una autoridad cuya única base es el derecho del más fuerte. Siendo que la casi omnipotencia del padre de familia es uno de los restos más dañosos del Estado teocrático primitivo. Ya que la libertad del educando esta suficientemente limitada por los obstáculos de toda clase que le presentan los fenómenos naturales.

John Elliot (1990), señala que una actividad no se puede calificar de educativa por los resultados observables extrínsecos, sino por los valores y principios (cualidades intrínsecas) que se manifiestan en las formas de realizar las acciones.

Es necesario precisar que el profesor o profesora ya no es únicamente el servidor de un Estado-Nación que educa a unos y deja fuera a otros. Su trabajo se dirige a una sociedad crecientemente diversa y plural, que demanda para todos sus jóvenes un tipo de educación que los prepare, no sólo para su participación ciudadana, sino también para su participación productiva. Las recientes movilizaciones estudiantiles a nivel secundario en Chile por ejemplo, han interrogado a la sociedad respecto de la calidad y equidad con que la misma sociedad esta asumiendo esa ineludible tarea. Considerando lo anterior, las funciones del docente se desafían y complejizan a medida que aumenta la cobertura de la educación, como también las necesidades sociales que se plantean al sistema educativo (Reyes Ochoa, 2006).

Tomando las tres ideas pedagógicas de Robert Owen, las cuales son: la fe en la capacidad de transformar al hombre, la confianza en la supremacía de la razón sobre la fe, y la necesidad de vincular la teoría con la práctica, se busca así, una educación integral que desarrolle armoniosamente tanto los distintos elementos del hombre como los vínculos de éste con su medio social.

Como postulaba Paul Robin, el maestro es quien reconoce sus carencias; el mejor discípulo, aquel que se revela contra todo saber que pretenda ser verdadero.

Según Aldama (2005), a través de la organización y selección de contenidos programáticos y estrategias didácticas debidamente planeadas por parte del docente, se alcanzaran los estados síquicos implícitos, en los distintos programas que constituyen los currículos. Solo mediante la construcción de la planeación didáctica es posible favorecer la construcción de los aprendizajes en los estudiantes, más que la memorización de contenidos científicos y la reproducción de conductas.
Currículo
No debemos dejar a un lado lo referente al currículo, ya que éste, es el eje central de todo el proceso educativo; si entendemos al currículo, --etimológicamente hablando--, como un conjunto de experiencias adquiridas en el transcurso de la vida, referente a planes y programas a partir de objetivos conductuales, así como a la reflexión sobre los procesos administrativos y organizacionales como a los académicos en su conjunto (Castillo, 2003: 9).
También, se considera que es el establecimiento de espacios y límites para que suceda la actividad académica curricular, que conduzca a los estudiantes al logro de cierto perfil, cierta forma de ser, de hacer y de saber (Rugarcía T., 1991, citado por Teutli, 2002)
El plan de estudios y el currículo son términos utilizados para referirse a lo mismo, es decir, síntesis mediante la cual se seleccionan, organizan y ordenan para los objetivos de la enseñanza, todos los aspectos que se consideran social y culturalmente valiosos (Glazman e Ibarrola, 1980, citado por Teutli, 2002)
Por otro lado, el Programa de estudios es una propuesta de aprendizaje y un medio para comunicar a docentes y alumnos, los contenidos de aprendizaje a desarrollar en un curso orientado al logro de objetivos y metas (Díaz, 1986; Morán, 1986; Rangel, 1988; citados por Teutli, 2002)
Visto desde la perspectiva educativa, el currículo, es una expresión y acumulación del plan cultural que una institución escolar lleva a la realidad dentro de determinadas condiciones que componen al currículo (Sacristán, citado por Castillo, 2003: 9).
Así, el currículo es visto también, como una selección y planificación de determinados objetivos de orden intelectual, afectivo, físico, moral y social, así como de una elaboración y desarrollo de un eficaz proceso de enseñanza-aprendizaje que lo haga posible (Torres Santomé, citado por Castillo, 2003: 9-10).
La ley general lo define como, un conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías y procesos que contribuyen a la formación integral y a la construcción de la identidad cultural nacional, regional y local incluyendo también los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica las políticas y llevar a cabo el proyecto educativo institucional (Ley 115 Art. 76, citada por Castillo, 2003: 10).

Calidad
Pirsig, 1976, citado por D. Wilson, 1992, relaciona la calidad con la arete griega que significa “excelencia de la función”, ya que los helenos consideraban que cada objeto, institución o individuo tiene una función especial que desempeñar.
A partir de esta definición, la función del docente se concibe como planificar y proporcionar un currículo a sus alumnos y evaluar su éxito.
El concepto de calidad tiene dos significados, por un lado, puede ser usado de manera descriptiva, esto es, cuando se dice que la calidad es un “rasgo característico” o “atributo mental o moral”, cuando se usa de esta forma, se habla de alguien que posee la cualidad de ser valiente o las cualidades de un profesor. Por otro lado, este concepto de calidad puede ser usado en un sentido normativo para indicar un cierto “grado de excelencia” (Carr, 1997: 6-7).
Tecnología en la enseñanza
Partiendo de que es necesario educar para un papel proactivo para formar el futuro, la escuela debería alfabetizar íntegramente, es decir, tecnológicamente a los jóvenes, así como, dotarles de un espíritu crítico y una habilidad social que les permita adaptarse a las Nuevas Tecnologías (Russell Rumberger, citado por Mena y Marcos, 1994: 9).
La educación entonces, debe ayudar a desarrollar un pensamiento crítico y formar a los individuos para poder tomar decisiones en la línea de lo que se define como inteligencia aplicada y se precisa una maduración del carácter y de las habilidades, que faciliten el trabajo en equipo y las relaciones sociales (Mena y Marcos, 1994:9).

Ya lo decía Bunge (1976), que consideraba que un grupo de conocimientos es una tecnología si es compatible con la ciencia y esta controlado por el método científico tanto en su diseño como en su desarrollo, así como, que ésta se emplee para controlar, transformar o crear cosas o procesos naturales o sociales.

El diseño de una técnica no solo se basa en el conocimiento científico disponible, sino en los resultados de investigaciones expresamente emprendidas para el propósito técnico (Quintanilla, citado por Mena y Marcos, 1994: 19)
Evaluación
En cuanto a la evaluación en el campo educativo, Carreño (1987) nos dice que evaluar el proceso de enseñanza-aprendizaje significa ponderar los resultados obtenidos de la actividad que conjunta a profesores y alumnos en cuanto al logro de los objetivos de la educación.
Y la define como el conjunto de operaciones que tienen por objeto determinar y valorar los logros alcanzados por los alumnos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, con respecto a los objetivos planteados en los programas de estudio.
La Evaluación en el campo educativo
Según La Fourcade (1984), la evaluación es una etapa del proceso educativo, que tiene como fin, comprobar de manera sistemática en qué medida se han logrado los resultados previstos en los objetivos que se hubieran especificado con anticipación.
Pues ya lo dice Contreras Ferto (1998), la evaluación es un proceso por medio del cual se llega a saber si los objetivos o propósitos de un programa escolar se han alcanzado.

Conceptos para Marco Teórico

TEMA: LA PRÁCTICA DOCENTE EN TELESECUNDARIA, EN EL CONTEXTO DE LA FORMACIÓN POR COMPETENCIAS Y EL MODELO PEDAGOGICO RENOVADO

Enfoque Teórico-Conceptual
(Adriana e Hiri)

Dice J. M. Sancho (1996), “niños obedientes, que esperan al maestro en el aula, con sus mentes en blanco, dispuestos a recepcionar toda la información que éste fuese capaz de transmitir”.

La función de la educación se cumple a través de un proceso de enseñanza-construcción de los aprendizajes, intencionalmente organizados en una institución altamente especializada llamada escuela (Aldama, 2005: 13), siendo que la escuela es una organización social que establece una serie de condiciones que deben ser cumplidas por los que desean ingresar y permanecer en ella.

Pénlao de Nicomedes, Santa Cruz, plantea la necesidad de educar para toda la vida y durante toda la vida; lo que implica, que es indispensable abordar la ética y lo cultural como principios básicos para el desarrollo de la persona humana. Ya que, se considera que es la intervención adulta y la influencia de la cultura la que distorsiona y corrompe el desarrollo natural y espontáneo del educando.

Este autor, sustenta su planteamiento en los cuatro pilares de la educación (J. Delors), que menciona el Informe de la Comisión de la UNESCO para la educación del próximo milenio: Aprender a Aprender a Convivir Juntos, Aprender a Conocer, Aprender a Hacer y Aprender a Ser; aprendizajes organizados en función de un porvenir común ideado socialmente.
Teoría del pensamiento pedagógico: Constructivismo
Según Carretero (1993), nos dice que el constructivismo es la idea que mantiene que el individuo tanto en los aspectos cognitivos, sociales y afectivos del comportamiento, no son mero producto del ambiente ni del resultado de sus disposiciones internas, sino una construcción propia que se va produciendo día a día como resultado de la interacción entre esos dos factores.
Aprendizaje significativo
El aprendizaje significativo por otro lado, implica una reestructuración activa de las percepciones, ideas, conceptos y esquemas que el alumno posee en su estructura cognitiva (Ausubel, 1976: 18).
Este autor, concibe al alumno como un procesador activo de la información, que su aprendizaje es sistémico y organizado que no solo se reduce a simples asociaciones memorísticas.
Enseñanza significativa
Actualmente se requiere la formación de estudiantes con la capacidad de analizar de manera crítica, desde una postura científica, legal y de orden ético, los fenómenos sociales, económicos, políticos y educativos.
Por ello, es necesario e indispensable luchar por procesos didácticos alternativos, tal como la didáctica constructivista, la cual requiere de un profesorado renovado en sus esquemas teóricos, metodológicos y referenciales, pero sobre todo renovado en su práctica cotidiana.
Por ejemplo, un docente de este tipo, implica el rediseño de sus conceptos de:
Qué es enseñar
Qué es aprender
Cuál es la naturaleza del conocimiento
Cuál es la función de la escuela
El rol del docente, del alumno y del contenido
El nuevo sentido del contrato didáctico
Los procesos de comunicación alternativos.
La enseñanza en el ámbito constructivista se expresa en el siguiente esquema:
Así pues, las estrategias centradas en el alumno para la construcción de sus aprendizajes deben ser congruentes con los procesos de evaluación.
En este ámbito de la enseñanza-construcción de los aprendizajes escolares, la evaluación dinámica se constituye en una alternativa a los procesos tradicionales de evaluación y es congruente con los procesos áulicos que propician el desarrollo de las competencias intelectuales.
Esta evaluación forma parte de cada una de las etapas, desde la construcción de las estrategias para evaluar los conocimientos previos --no examen diagnostico-- de cada temática, así se genera la necesidad de evaluar tanto el conocimiento previo como las estrategias empleadas en el quehacer docente (Aldama, 2005: 22-24).

Práctica Docente
La práctica docente es concebida, como la actividad práctica de los actores involucrados en este quehacer, que imprimen su sello especial en las relaciones pedagógicas, experiencia e historia personal determinadas por su origen socioeconómico, cultural de formación en las instituciones sociales y del contexto escolar y social articulados (Díaz y Gallegos: 51).

En el contexto de la teoría general de los sistemas sociales de Niklas Luhmann (1992), un sistema educativo, es un sistema parcial de la sociedad contemporánea que tiene como función particular inducir, de manera lenta, cambios en los sistemas psíquicos particulares (pensamientos) y sociales de quienes participan en el proceso educativo, tanto formal como informal, y que en el mediano o largo plazo se incorporan a los sistemas de producción como fuerza de trabajo intelectual o física.



Competencias
Desde la historia, la palabra competencia se deriva del griego agon, y agonistes que significan, aquel que se ha preparado para ganar en las competencias olímpicas, con la obligación de salir victorioso y aparecer en la historia. Las competencias pueden moverse desde habilidades y destrezas atléticas para triunfar, hacia exigencias culturales y cognoscitivas (Argudín 2005).

La UNESCO, por otro lado, define competencia, como el conjunto de comportamientos socioafectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una tarea.

Nombraré algunos autores que definen también el concepto de competencia, como por ejemplo: Chomsky (1965), que puntualiza: es la capacidad y disposición para el desempeño y para la interpretación.

Boyatzis (1982) explica, que una competencia es la destreza para demostrar la secuencia de un sistema del comportamiento que funcionalmente está relacionado con el desempeño o con el resultado propuesto para alcanzar una meta, y debe demostrarse en algo observable, algo que una persona dentro del entorno social pueda observar y juzgar.

Marelli (2000), la define como una capacidad laboral, medible, necesaria para realizar un trabajo eficazmente.

Según Holdaway (1986-1997), una educación basada en competencias, se centra en necesidades, estilos de aprendizaje y potencialidades individuales para que el alumno llegue a manejar con maestría las destrezas señaladas por la industria.
Se entiende que un aprendizaje a través del desarrollo de competencias obliga a los estudiantes a adoptar un estilo de aprendizaje activo que favorece su capacidad para autoevaluarse, afrontar riesgos, autodescubrirse y un comportamiento competente para tratar con situaciones difíciles.

Para este modelo, una competencia implica un saber hacer (habilidades) con saber (conocimiento), así como la valoración de las consecuencias de ese hacer (valores y actitudes). En otras palabras, la manifestación de una competencia revela la puesta en juego de conocimientos, habilidades, actitudes y valores para el logro de propósitos en contextos y situaciones diversas.
A decir de Paul Robin, la educación integral es la cultura, el desarrollo armónico de todas las facultades del ser humano, salud, vigor, belleza, inteligencia y bondad; haciendo a un lado las concepciones metafísicas puramente basadas sobre la imaginación o el sentimiento.
Según este autor, la enseñanza debe consistir en que los docentes tengan el mayor respeto a la libertad del educando, y que renuncien sinceramente a imponerle una autoridad cuya única base es el derecho del más fuerte. Siendo que la casi omnipotencia del padre de familia es uno de los restos más dañosos del Estado teocrático primitivo. Ya que la libertad del educando esta suficientemente limitada por los obstáculos de toda clase que le presentan los fenómenos naturales.

John Elliot (1990), señala que una actividad no se puede calificar de educativa por los resultados observables extrínsecos, sino por los valores y principios (cualidades intrínsecas) que se manifiestan en las formas de realizar las acciones.

Es necesario precisar que el profesor o profesora ya no es únicamente el servidor de un Estado-Nación que educa a unos y deja fuera a otros. Su trabajo se dirige a una sociedad crecientemente diversa y plural, que demanda para todos sus jóvenes un tipo de educación que los prepare, no sólo para su participación ciudadana, sino también para su participación productiva. Las recientes movilizaciones estudiantiles a nivel secundario en Chile por ejemplo, han interrogado a la sociedad respecto de la calidad y equidad con que la misma sociedad esta asumiendo esa ineludible tarea. Considerando lo anterior, las funciones del docente se desafían y complejizan a medida que aumenta la cobertura de la educación, como también las necesidades sociales que se plantean al sistema educativo (Reyes Ochoa, 2006).

Tomando las tres ideas pedagógicas de Robert Owen, las cuales son: la fe en la capacidad de transformar al hombre, la confianza en la supremacía de la razón sobre la fe, y la necesidad de vincular la teoría con la práctica, se busca así, una educación integral que desarrolle armoniosamente tanto los distintos elementos del hombre como los vínculos de éste con su medio social.

Como postulaba Paul Robin, el maestro es quien reconoce sus carencias; el mejor discípulo, aquel que se revela contra todo saber que pretenda ser verdadero.

Según Aldama (2005), a través de la organización y selección de contenidos programáticos y estrategias didácticas debidamente planeadas por parte del docente, se alcanzaran los estados síquicos implícitos, en los distintos programas que constituyen los currículos. Solo mediante la construcción de la planeación didáctica es posible favorecer la construcción de los aprendizajes en los estudiantes, más que la memorización de contenidos científicos y la reproducción de conductas.
Currículo
No debemos dejar a un lado lo referente al currículo, ya que éste, es el eje central de todo el proceso educativo; si entendemos al currículo, --etimológicamente hablando--, como un conjunto de experiencias adquiridas en el transcurso de la vida, referente a planes y programas a partir de objetivos conductuales, así como a la reflexión sobre los procesos administrativos y organizacionales como a los académicos en su conjunto (Castillo, 2003: 9).
También, se considera que es el establecimiento de espacios y límites para que suceda la actividad académica curricular, que conduzca a los estudiantes al logro de cierto perfil, cierta forma de ser, de hacer y de saber (Rugarcía T., 1991, citado por Teutli, 2002)
El plan de estudios y el currículo son términos utilizados para referirse a lo mismo, es decir, síntesis mediante la cual se seleccionan, organizan y ordenan para los objetivos de la enseñanza, todos los aspectos que se consideran social y culturalmente valiosos (Glazman e Ibarrola, 1980, citado por Teutli, 2002)
Por otro lado, el Programa de estudios es una propuesta de aprendizaje y un medio para comunicar a docentes y alumnos, los contenidos de aprendizaje a desarrollar en un curso orientado al logro de objetivos y metas (Díaz, 1986; Morán, 1986; Rangel, 1988; citados por Teutli, 2002)
Visto desde la perspectiva educativa, el currículo, es una expresión y acumulación del plan cultural que una institución escolar lleva a la realidad dentro de determinadas condiciones que componen al currículo (Sacristán, citado por Castillo, 2003: 9).
Así, el currículo es visto también, como una selección y planificación de determinados objetivos de orden intelectual, afectivo, físico, moral y social, así como de una elaboración y desarrollo de un eficaz proceso de enseñanza-aprendizaje que lo haga posible (Torres Santomé, citado por Castillo, 2003: 9-10).
La ley general lo define como, un conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías y procesos que contribuyen a la formación integral y a la construcción de la identidad cultural nacional, regional y local incluyendo también los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica las políticas y llevar a cabo el proyecto educativo institucional (Ley 115 Art. 76, citada por Castillo, 2003: 10).

Calidad
Pirsig, 1976, citado por D. Wilson, 1992, relaciona la calidad con la arete griega que significa “excelencia de la función”, ya que los helenos consideraban que cada objeto, institución o individuo tiene una función especial que desempeñar.
A partir de esta definición, la función del docente se concibe como planificar y proporcionar un currículo a sus alumnos y evaluar su éxito.
El concepto de calidad tiene dos significados, por un lado, puede ser usado de manera descriptiva, esto es, cuando se dice que la calidad es un “rasgo característico” o “atributo mental o moral”, cuando se usa de esta forma, se habla de alguien que posee la cualidad de ser valiente o las cualidades de un profesor. Por otro lado, este concepto de calidad puede ser usado en un sentido normativo para indicar un cierto “grado de excelencia” (Carr, 1997: 6-7).
Tecnología en la enseñanza
Partiendo de que es necesario educar para un papel proactivo para formar el futuro, la escuela debería alfabetizar íntegramente, es decir, tecnológicamente a los jóvenes, así como, dotarles de un espíritu crítico y una habilidad social que les permita adaptarse a las Nuevas Tecnologías (Russell Rumberger, citado por Mena y Marcos, 1994: 9).
La educación entonces, debe ayudar a desarrollar un pensamiento crítico y formar a los individuos para poder tomar decisiones en la línea de lo que se define como inteligencia aplicada y se precisa una maduración del carácter y de las habilidades, que faciliten el trabajo en equipo y las relaciones sociales (Mena y Marcos, 1994:9).

Ya lo decía Bunge (1976), que consideraba que un grupo de conocimientos es una tecnología si es compatible con la ciencia y esta controlado por el método científico tanto en su diseño como en su desarrollo, así como, que ésta se emplee para controlar, transformar o crear cosas o procesos naturales o sociales.

El diseño de una técnica no solo se basa en el conocimiento científico disponible, sino en los resultados de investigaciones expresamente emprendidas para el propósito técnico (Quintanilla, citado por Mena y Marcos, 1994: 19)
Evaluación
En cuanto a la evaluación en el campo educativo, Carreño (1987) nos dice que evaluar el proceso de enseñanza-aprendizaje significa ponderar los resultados obtenidos de la actividad que conjunta a profesores y alumnos en cuanto al logro de los objetivos de la educación.
Y la define como el conjunto de operaciones que tienen por objeto determinar y valorar los logros alcanzados por los alumnos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, con respecto a los objetivos planteados en los programas de estudio.
La Evaluación en el campo educativo
Según La Fourcade (1984), la evaluación es una etapa del proceso educativo, que tiene como fin, comprobar de manera sistemática en qué medida se han logrado los resultados previstos en los objetivos que se hubieran especificado con anticipación.
Pues ya lo dice Contreras Ferto (1998), la evaluación es un proceso por medio del cual se llega a saber si los objetivos o propósitos de un programa escolar se han alcanzado.